Una red dedicada al tráfico ilegal de migrantes la denunció la Fiscalía de Brasil tras una investigación que duró más de tres años. El grupo operaba desde la frontera con Venezuela, facilitando el ingreso clandestino de extranjeros a través de Pacaraima, en el estado de Roraima.
Según el Ministerio Público Federal, más de 400 personas ingresaron ilegalmente entre 2021 y 2024 por esta organización criminal. Los migrantes pagaban hasta mil dólares por servicios fraudulentos que incluían documentación falsa y sobornos a funcionarios públicos subcontratados.
Según la denuncia, las víctimas pagaron hasta 1.000 dólares por los servicios de «coyote» del grupo. El país funcionaba como una ruta de tránsito hacia otros destinos.
Además, se usaban sellos robados y datos falsos en el sistema migratorio para simular legalidad en los ingresos. El tráfico ilegal de migrantes lo lideraba un ciudadano sirio detenido en Francia en agosto, gracias a una operación internacional. Interpol, la Policía Federal brasileña y autoridades francesas colaboraron para capturar al presunto cabecilla de la red.
Entre los acusados hay ciudadanos brasileños y venezolanos
Actualmente, se tramita su extradición a Brasil, donde enfrentará cargos por delitos graves. Entre los acusados hay ciudadanos brasileños y venezolanos que habrían participado activamente en la red.
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La denuncia incluye cargos por corrupción, malversación, organización criminal y falsificación de información oficial. A funcionarios públicos fueron sobornaron para facilitar el paso de migrantes sin controles legales.
El MPF sostiene que el grupo negociaba paquetes completos de migración ilegal desde Venezuela hacia otros destinos. La frontera norte de Brasil se ha convertido en un punto crítico para el tráfico de personas.
Este caso revela la vulnerabilidad institucional en zonas fronterizas y la necesidad de reforzar controles migratorios. Las autoridades brasileñas buscan sentar precedentes judiciales para frenar estas redes internacionales.
El tráfico ilegal de migrantes representa un desafío creciente para la seguridad regional y la cooperación internacional.
El Cooperante/RDN