En medio de la crisis política en Perú, el Congreso destituyó a Dina Boluarte por “incapacidad moral permanente”, y José Jerí asumió como presidente interino. Esta decisión, tomada tras una votación exprés con 122 votos a favor, refleja el colapso institucional y el rechazo ciudadano ante el auge del crimen organizado.
Por consiguiente, Jerí, quien presidía el Congreso desde agosto, juró el cargo y prometió liderar hasta el 26 de julio de 2026. En su primer discurso, instó a construir “acuerdos mínimos” y enfrentar la crisis política con firmeza. Además, se comprometió a garantizar elecciones limpias y transparentes, en un país donde las instituciones rara vez completan sus mandatos.
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Mientras tanto, Boluarte se negó a asistir al Congreso. Su abogado, Juan Carlos Portugal, denunció que el proceso violó garantías mínimas, al otorgar solo cincuenta minutos para preparar la defensa. Debido a esta ausencia, la votación se aceleró, dejando a Jerí como única opción constitucional para asumir el poder.
A la par, la violencia se intensifica. A finales de septiembre, el colectivo juvenil ‘Generación Z’ convocó marchas masivas contra la inseguridad. Así, la crisis política en Perú se entrelaza con el miedo ciudadano, alimentado por extorsiones, asesinatos y ataques a transportistas.
Por otro lado, esta semana un paro de 24 horas paralizó el transporte público. La protesta surgió tras el asesinato de un conductor y el ataque a otro chofer. En consecuencia, la indignación crece, y la crisis política en Perú se convierte en un grito nacional.
Finalmente, el atentado contra la banda Agua Marina, ocurrido en Lima, agravó el panorama. Cuatro músicos fueron heridos durante un concierto en un recinto militar. Este hecho conmocionó al país y evidenció el alcance del crimen organizado.
José Jerí enfrenta un reto monumental. Su mandato interino se inicia bajo presión social, desconfianza institucional y una crisis política en Perú que exige respuestas urgentes.
