Benicio Farji tenía ocho años cuando un arco de balonmano cayó sobre él en el Club Atlético Argentino de Quilmes. Murió por traumatismo craneoencefálico. caída de un arco
El accidente ocurrió el 29 de octubre en el predio ‘Los Mates’. Un compañero se colgó del travesaño y la estructura metálica se desplomó sin aviso.
La comunidad quedó devastada. Padres, entrenadores y vecinos exigen respuestas. ¿Cómo es posible que siga ocurriendo la caída de un arco en espacios deportivos infantiles?
La caída de un arco en clubes argentinos revela una crisis de mantenimiento que pone en riesgo la vida de miles de niños.
No es un caso aislado. En septiembre, Javier Álvarez, de 11 años, murió en Cipolletti cuando otro arco metálico cayó durante un precalentamiento infantil.
En Santa Fe, un niño de ocho años quedó en estado crítico tras el desplome de una portería. El patrón se repite con dolorosa frecuencia. caída de un arco
En 2022, Thiago Flores falleció en Merlo al colgarse de un arco sin anclaje. El impacto fue inmediato. El club no contaba con medidas básicas.
En Santiago del Estero, un niño de 12 años murió en 2017 por un arco móvil de fútbol 5 que se desprendió y lo golpeó en la cabeza. caída de un arco
En Tierra del Fuego, otro menor resultó herido en 2019 por una estructura similar. El caso de Braian Costan, en 2002, aún estremece a la comunidad.
Cada tragedia revive el mismo reclamo: controles obligatorios, mantenimiento regular y sanciones reales para quienes ignoren la seguridad en instalaciones deportivas.
Las autoridades prometen investigar, pero las familias exigen más que palabras. Necesitan garantías de que sus hijos no morirán jugando al fútbol o al handball.
Los clubes, muchas veces sin recursos, improvisan con estructuras viejas. Pero la vida de un niño no puede depender de un presupuesto ajustado o del azar. caída de un arco
Expertos en seguridad deportiva insisten en protocolos claros: anclajes obligatorios, inspecciones periódicas y capacitación para entrenadores y personal técnico.
Mientras tanto, miles de niños siguen entrenando bajo estructuras que podrían convertirse en trampas mortales. La prevención no puede esperar otra tragedia para actuar.
Benicio, Thiago, Javier y Braian merecen justicia. Pero, sobre todo, merecen que ningún otro niño muera por la caída de un arco en Argentina.





