Los pobladores del municipio de La cañada de Urdaneta viven en zozobra, gracias al azote que las diferentes bandas delincuenciales tienen el control del cobro de vacunas y sicariatos.
Eran las tres de la madrugada cuando Óscar recibió la llamada de su hija: “Papá, ayúdame, me quemaron la casa”. De fondo escuchó los gritos desesperados de sus nietos.
Oscar, de 60 años, saltó de la cama, se vistió y corrió a socorrer a su hija que vivía a un kilómetro de distancia. “La casa estaba prendida, mi hija y mis nietos estaban en la parte trasera. Con tobos de agua y algunos vecinos que ayudaron logramos apagar el fuego. Perdió todo”, contó.
Esto ocurrió en La Cañada de Urdaneta, el municipio más violento del estado Zulia y el tercero de Venezuela, donde las bandas criminales organizadas queman viviendas a manera de represalia o venganza. En esto coinciden las víctimas que accedieron a hablar con El Pitazo.
A la hija de Oscar le prendieron fuego a su vivienda porque presuntamente se negó a dar información de lo que ocurría en su calle. Al menos, eso es lo que ellos creen. A la mujer de 40 años le enviaron un mensaje de texto en el que le escribieron que “el escarmiento” era para que “no fuera altanera”. La hija de Oscar presume que se referían a que en una oportunidad le pidieron que hablara de sus vecinos.Nos mudamos en tres horas. Mi hija tiene mucho miedo, ella dice que para allá no va más y yo tampoco, aunque quiero regresar algún día dijo Oscar, vecino que huyó de La Cañada de Urdaneta
Ese día, ya a las diez de la mañana, ni Oscar ni su hija estaban en La Cañada. Ambos se desplazaron con sus familias para los municipios Maracaibo y San Francisco, respectivamente. Un año después del incendio, no han vuelto. “Nos mudamos en tres horas. Mi hija tiene mucho miedo, ella dice que para allá no va más y yo tampoco, aunque quiero regresar algún día”.
Pero la familia de Oscar es una de las decenas que abandonaron el municipio en los últimos meses por miedo a los grupos delictivos que se dedican a la extorsión y el sicariato. “En mi calle hay 16 casas, y sólo quedan cuatro habitadas: ocho familias se fueron para Maracaibo y San Francisco, y las otras cuatro migraron para Colombia”, aseguró Aura, una jubilada de 68 años.
Pedro, empleado público y habitante de La Cañada, también habla del desplazamiento. “Tengo seis vecinos que dejaron sus casas solas porque no podían seguir pagando extorsión y se fueron por miedo”, dijo.
Los sectores más afectados y vulnerables son Los Pozos, El Rosado, El Carmelo y Yaguasa. En este último hay una calle entera vacía y con las casas quemadas. “Es que ahora han empezado por quemarte la casa, ya sea porque no le pagas o por venganza con algún familiar, y el inocente paga los platos rotos”, dijo Pedro.
Con solo el 2,1% de la población del estado Zulia, La Cañada de Urdaneta registró el 11% de las muertes violentas en la región durante el primer semestre de 2021. La tasa de 239 por cada 100 mil habitantes, la consolida como la localidad más violenta del occidente de Venezuela, según el último informe del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
El profesor Johel Salas, investigador del OVV capítulo Zulia, precisó que el número de homicidios y de muertes en manos de la fuerza pública en el municipio está relacionado con la presencia de grupos de delincuencia organizada dedicados a actividades delictivas con énfasis en la extorsión.
“Las muertes por actuación de la policía en estas entidades municipales se explican como parte de los mecanismos de persecución y ataque a estos grupos delictivos”, dijo Salas en la presentación del informe semestral en septiembre.
El Observatorio Venezolano de Violencia explicó en un informe que las mafias han optado por atacar a familiares o trabajadores de las víctimas directas de las extorsiones, a modo de represalias y para presionar por el pago.
Las autoridades policiales lo saben. Solo en mayo se registraron los asesinatos de cinco trabajadores en dos fincas y otros tres en una empresa petrolera.Esta situación que refleja el Observatorio la vivió Cristián, un joven de 18 años que laboraba en una tienda de venta de víveres, que fue amenazado por mafias si sus jefes no pagaban la extorsión.
Cristián fue una de las decenas de personas que mensualmente salen retratadas en cuentas de Instagram que manejan los grupos delictivos y que usan para amenazar y amedrentar a las próximas víctimas con el fin de conseguir el pago requerido, que puede llegar hasta los 1.500 dólares mensuales a negocios grandes, según los entrevistados.
El joven, que no estudia una carrera universitaria por falta de recursos, se fue de La Cañada el mismo día que su fotografía apareció en la red social. “A las dos de la madrugada vi la foto en Instagram y a las tres y media ya estaba camino a Maracaibo. Ellos querían que le pagaran por el negocio y yo era el único que atendía”, contó.
Cristian estuvo siete meses sin ir a La Cañada de Urdaneta. “Tenía miedo, allá no perdonan a nadie, si haces algo o si no haces nada”, dijo.
A diferencia de Oscar, el joven regresó al municipio y como el resto de sus habitantes a diario revisa las cuentas de Instagram usadas por las bandas. “El que sale ahí se tiene que ir”.
AGENCIAS