El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, rechazó este viernes un cese el fuego temporal en la Franja de Gaza si no se garantiza la liberación de los 241 rehenes que tomó el grupo islamista Hamás, enfriando las expectativas del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, de negociar una pausa en los combates.
«Continuamos con todas nuestras fuerzas e Israel se niega a una tregua temporal que no incluya la liberación de nuestros rehenes», dijo Netanyahu tras una reunión con Blinken, quien viajó este viernes a Tel Aviv por tercera vez desde que estalló la guerra entre Hamás e Israel, el 7 de octubre.
Blinken llegó a Israel con la intención de logar un alto el fuego temporal en la Franja de Gaza que permita la salida de extranjeros y la entrada de más ayuda humanitaria al enclave palestino, donde ya suman más de 9.200 muertos por la ofensiva que Israel inició tras el ataque de Hamás que dejó más de 1.400 muertos en suelo israelí.
«No nos detendremos hasta la victoria”, recalcó Netanyahu, al explicar que eso significa “destruir a Hamás, [lograr] el regreso de los rehenes y el restablecimiento de la seguridad».
De su lado, Blinken, dijo a través de la red social X (antes Twitter) que en sus reuniones con los altos funcionarios israelíes se abordaron «pasos concretos que pueden y deberían ser tomados para proteger a los civiles».
En una conferencia de prensa, el funcionario estadounidense abogó por un cese el fuego temporal que, asegura, permitiría un rescate más seguro de los rehenes, así como la evacuación de extranjeros, palestinos heridos y la entrega de más ayuda humanitaria.
Además, Blinken dijo que los países árabes de Oriente Medio serían más proclives a los acuerdos de paz con Israel sin la preocupación por la situación de los palestinos, y reiteró su apoyo a la solución de dos Estados para el conflicto como «la única manera de garantizar una seguridad duradera».
En su visita, Blinken se entrevistó también con el presidente israelí, Isaac Herzog, mientras familiares de los rehenes realizaron una protesta para exigir que no cese el fuego sin el previo el regreso de los 241 secuestrados por Hamás el día de empezó la guerra, hace ya casi un mes.
En tanto, la desesperación cunde entre la población gazatí, donde muchos hospitales y cementerios han colapsado ante el creciente número de víctimas y la escasez de agua potable, alimentos, electricidad y combustible.
Cerca de 1,5 millones de personas han sido desplazadas en la Franja, más de la mitad de la población, y muchos de ellos buscan desesperadamente salir del enclave por el paso de Rafah, fronterizo con Egipto, el único del enclave que ha sido abierto en contadas ocasiones para dejar entrar ayuda humanitaria (hasta ahora insuficiente) o evacuar heridos y extranjeros.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien también visito Israel el pasado 18 de octubre, defendió el miércoles la necesidad de una «pausa» de los bombardeos israelíes en Gaza.
Washington pidió por primera vez el 24 de octubre «pausas humanitarias» en Gaza para poder llevar ayuda a la población civil en la Franja durante una intervención de Blinken ante el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque no se sumó a la petición de alto al fuego que poco antes había hecho el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.