El brote de cólera declarado recientemente en el estado sudanés de Nilo Blanco, en el sureste de Sudán, ha vuelto a poner en el foco a esta enfermedad bacteriana. Y no es para menos: ha dejado por el momento decenas de muertos y casi 2.700 contagios en mitad de un desastre generalizado por el conflicto abierto desde 2023 entre Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).
Ante este panorama, la organización civil de la Red de Médicos de Sudán, que desvela diariamente el balance en su cuenta de ‘X’, ha advertido de una situación «catastrófica» y una crisis de «hacinamiento» en los centros médicos estatales, sin camas suficientes para atender a un número de casos en aumento.
Una postura similar a la publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace pocos meses. A lo largo de 2024, esta entidad registró un total de 804.721 casos y 5.805 muertes de cólera por todo el mundo, a excepción del Pacífico Occidental. Lo que, desgraciadamente, supone un aumento con relación al año anterior, cuando se notificaron 535.321 infecciones y 4.007 fallecimientos.
Por suerte, los países que han sufrido esta enfermedad han bajado desde los 45 en 2023 hasta los 33 en 2024. La región más afectada por esta infección intestinal aguda que se transmite a través de alimentos y agua contaminados, como bien todos sabemos, es la del Mediterráneo Oriental, seguida de la región de África, el Sudeste Asiático, la Región de las Américas y la Región Europea.
Los síntomas de la infección, por lo general, pueden ser los siguientes:
1. Deshidratación
Puede manifestarse a las pocas horas de la aparición de los síntomas del cólera y puede ser de leve a grave. Una pérdida del 10% o más del peso corporal indica una deshidratación grave.
2. Náuseas y vómitos
Ocurren especialmente en las primeras etapas del cólera y pueden durar horas.
3. Diarrea
Aparece de repente y puede provocar rápidamente una pérdida de líquido peligrosa. Por lo general, tiene un aspecto pálido y lechoso que se asemeja al agua en la que se ha enjuagado arroz.
4. Calambres y cansancio general
Se producen por la pérdida rápida de sales, como el sodio, el cloruro y el potasio.
El Economista/RDN